miércoles, 24 de febrero de 2010

Budismo Mahayana

INTRODUCCIÓN AL BUDISMO MAHAYANA

"partiendo de su compasión por el mundo,
para el bienestar y felicidad de la mayoría"
(bahujanahitāya bahujanasukhāya lokānukampāya).

SOBRE SIDDHATTA GOTAMA

Singularidad de su mensaje

Siddhatta Gotama, quien sería el Buddha, vivió en la India en el siglo VI a.C., el mismo siglo en el que vivieron Confucio, Lao Tse, Pitágoras y Heráclito, por tanto un siglo muy fértil en filósofos, así mismo fue el siglo religioso por excelencia ya que las reformas más avanzadas de aquella época lo fueron de esta índole. La singularidad de la innovación del Buddha, es eliminar lo que para muchos era y es, la categoría religiosa fundamental: Dios. Pero no sólo eso, pues la salvación que propone está exenta de todo tipo de adherencias ontológicas, no hay Dios, pero tampoco hay Mundo ni Hombre. Lo único que le interesa es salvar al ser humano, para ello se ha de confiar en la Iluminación de la propia experiencia.
No obstante ha de quedar claro que el budismo es una religión, en tanto que su objetivo es la salvación del ser humano; se trata de una religión singular en tanto que prescinde de Dios. Pero no por ello es únicamente una filosofía o modo de vida, ha de evitarse el ver al budismo como tal ya que bajo esa perspectiva el mensaje del Buddha puede malinterpretarse, y no verlo como una solución espiritual al sufrimiento humano. Es un cultivo espiritual el que promueve, y no uno meramente intelectual como lo es el filosófico en general.
Notas sobre su vida
En este siglo, el que sería Buddha, vino al mundo en la ciudad de Lumbini situada en el reino de Kapilavastu, ciudad al pie de los Himalayas, lo que hoy se conoce como el Nepal. Nació en el sobre el 5631 a.C. en un día de luna llena del mes de mayo, tal y como relata la tradición.
Su padre fue Suddhodana, gobernante del país de los Sakya, su madre quién murió a los siete días de darle a luz era la reina Mayadevi. A pesar de ciertas controversias, está claro que Siddhata nació en una familia rica y poderosa; casándose a los 16 años con la princesa Yasodhara. De la cual tendría su único hijo Rahula, que posteriormente pasaría a ser su discípulo.
El padre de Siddhatta, según cuenta la leyenda que es la única fuente biográfica de la que se dispone, lo educó con esmero y quiso alejarlo de todo contacto con el sufrimiento, la vejez y la muerte. Pero tal y como también relata la leyenda, Siddhatta desobedeciendo a su padre salió del palacio con su cochero. Al hacer esto contempló lo que la doctrina budista conoce como los Cuatro Signos, el primer signo fue un hombre viejo en decadencia, Siddhatta desconocía que la vejez y la decrepitud fuese el proceso vital de toda persona. El segundo signo fue un enfermo deformado, hecho igualmente novedoso y perturbador para el joven Siddhatta, el tercer hecho que contempló fue un cortejo que llevaba un cadáver. Estas tres visiones conmovieron a Siddhatta profundamente, y preguntó a su cochero sobre lo visto, este le dijo que la vejez, la enfermedad, el dolor y la muerte eran el destino que a todo ser humano afectaba. Pero en este momento vio el cuarto y último signo, un hombre santo, un asceta errante con ropa sencilla y que vivía de las limosnas. La serenidad y el desapego que el monje emanaba fueron para Siddhatta señal de que ese era el camino a seguir. A partir de este momento decidió renunciar a todo y convertirse en asceta, para así conseguir la respuesta al sufrimiento de la vida humana.
A los 29 años Siddhatta llevó a cabo lo que se conoce como La Gran Renuncia, abandonando a su esposa y a su hijo, así como todas las comodidades y lujos que su vida de príncipe le proporcionaba. Aquí comienza la leyenda de Siddhatta, desde este momento batallará con su propia interioridad; su leyenda comienza como una vivencia personal, del mismo modo la vivirá y del mismo modo acabará.

LA DOCTRINA BUDISTA

La experiencia de la vida o Dukkha

Lo primero es intentar llevar a cabo un acercamiento lo más adecuado posible al concepto de Dukkha, el cual es comúnmente traducido como sufrimiento, a pesar de ser cierto ese sentido no abarca la totalidad de sus significaciones. Ya que en cuanto término filosófico del que el budismo hace uso, se refiere a demás de al sufrimiento, a la imperfección, la impermanencia, la vacuidad, la insubstancialidad y el conflicto. Pero tampoco estos términos abarcan o exponen la totalidad del sentido que Dukkha tiene para el budismo. Se puede decir que hace referencia a todos los aspectos de la vida humana que se dan en el samsara, es decir, al mundo condicionado, sujeto al cambio, por tanto lo impermanente y lo insubstancial. Así la idea de Dukkha se puede de tres puntos diferentes, como sufrimiento, como cambio y como estados condicionados.
Las cuatro nobles verdades de la experiencia humana son para el budismo, el sufrimiento, su causa, la posibilidad de curarlo y su remedio. Conociendo esto se libera al ser humano de su condición. El mundo en el que vivimos es un mundo de sufrimiento, el proceso inexorable da la vida y la muerte, el proceso de ser y dejar-de-ser; en la raíz está el sentimiento profundo y constante de desacuerdo, carencia y desolación; esta es la noble verdad de Dukkha. Se trata de un fenómeno ontológico y universal, para el Buddha el nacimiento es dolor, así como la vejez, la enfermedad y la muerte. Pero también la unión con lo que uno ama es dolor, del mismo modo su separación, por tanto se entiende que toda la existencia de nuestro ser es dolor. Esta es la primera noble verdad, que no es sino una observación irrefutable, pues la muerte alcanza a todo y nada ni nadie escapa de ella. El Budismo no es ni pesimista ni optimista, sino que tiene una visión realista de la vida y del mundo, y ve las cosas objetivamente. Dice con exactitud y objetividad lo que uno es, lo que es el mundo, y muestra el recto camino hacia la perfecta libertad, paz, tranquilidad y felicidad.
La preocupación de Gautama se centraba en analizar el contenido de la experiencia humana, de conocer el modo de funcionar del mundo subjetivo del hombre. Su interpretación era básicamente psicológica, no se interesaba por los problemas metafísicos ni por los abstractos. Así llegó al descubrimiento de que el dolor es el más universal y significativo elemento de la conciencia fáctica humana. Hizo de la verdad de Dukkha la base de su doctrina; es la verdad que ha de ser aceptada para adentrarse en la senda budista. Si se penetra más allá de la cáscara, se presenta el abismo; aquí se reconoce la miseria en el mundo en su completa y terrible actualidad. La crítica psicológica de la vida que es esta afirmación, no responde a las leyes de la lógica, ni para su demostración ni para su refutación. No se puede captar mediante una comprensión objetiva, ya que el mundo del dolor es impalpable e invisible. Por tanto el estudio acertado de la experiencia humana, es la experiencia misma; la cual no es el final sino el punto de partida. Es el primer paso a la Iluminación, por lo tanto el comienzo del conocimiento; el sufrimiento es la primera verdad, es decir, condición primera.
Para el Buddha toda condición tiene una causa, ya que el mundo es de originación dependiente, todo lo que existe lo hace en una cadena de relaciones causales, todo fenómeno procede de una causa. La causa del sufrimiento está a nivel humano, es decir, es inmediata e inteligible; cada cual sufre por sí mismo. Esto se debe a que se da una contradicción en la aproximación a la experiencia, la cual se da por la conflagración de los sentidos. Estos se encienden por la llama del deseo y condenan al ser humano a la contradicción que genera el dolor; puesto que este deseo es insaciable, pretende lo eterno y permanente en un mundo en el que todo es efímero y pasajero, por tanto el fracaso está asegurado de antemano. Pero conocer la causa es para el Buddha la condición que permite superarla; puesto que si el deseo es condición no será, por ello mismo, el ser de la existencia, por decirlo en términos filosóficos. Por tanto puede ser superado, a través de la renuncia consciente e inteligible de ella. Tanto el origen como el fin del sufrimiento esta en uno mismo.
Por tanto ha de entenderse que no es una doctrina negativa, sino que es un realismo que estudia la vida objetivamente, define con precisión al ser y al mundo ofreciendo un camino para llegar en vida a la libertad perfecta, la paz y la quietud.

Las cuatro nobles verdades

1-Dukkha, la verdad del dolor.
2-Samudaya, la verdad del origen de dukkha.
3-Nirodha, la verdad de la cesación de dukkha.
4-Marga, la verdad del camino que lleva al cesar de dukkha.
La vida es sufrimiento, el cual es originado por el deseo que ata al ser humano al mundo fenoménico de lo impermanente y conduce al renacimiento. Que el sufrimiento puede ser curado son las tres nobles verdades, la cuarta noble verdad dicta el óctuple noble sendero que lleva a la cesación del sufrimiento.
Buddha tiene un objetivo terapéutico y ético, no es metafísico ni teológico; tampoco pretende que las cuatro nobles verdades sean un dogma, Ya que las considera la descripción de un hecho que se da de facto; por ello no trata de convencer a nadie. Toma el sufrimiento como algo universal sentido por todo ser viviente, la ignorancia individual de la verdadera naturaleza humana es la causante del sufrimiento. En la vida se dan diversos modos y etapas de sufrimiento, para las cuales Buddha propone el remedio; la naturaleza impermanente de las cosas genera el descontento que lleva al sufrimiento.
Para el Buddha el mundo es un continuo flujo y es por tanto impermanente, la vida humana es un constante fluir que no se detiene un momento. El sufrimiento, dukkha, refiere a lo impermanente, incontrolable naturaleza imperfecta del mundo fenoménico. La felicidad nunca será plena y permanente mientras surja de condiciones externas a nosotros, condiciones que cambian constantemente. Parte del problema es que el ser que experimenta el mundo es inestable, cambiante e insustancial; percepción, sensación y conciencia forman parte de un complejo dinámico, que los individuos pueden llamar su propio ser; pero la realidad es que no hay nada estable en ese supuesto ser. Para el budismo el yo es la combinación de fuerzas psico-físicas efímeras y en constante devenir, sin identidad sustancial. La conciencia por tanto está compuesta por cinco agregados, la materia, las sensaciones, las percepciones, las formaciones mentales y la conciencia. La materia es el primer agregado, en el cual se incluyen los cuatro elementos; solidez, fluidez, calor y movilidad. Sus derivados serán los órganos sensoriales, así como sus correspondientes objetos en el mundo visible, también se incluyen ciertos penasmientos o ideas. Por tanto en la materia se incluyen los aspectos internos y externos de esta. El segundo agregado es el de las sensaciones, refieren al contacto de los órganos sensoriales con el mundo externo, aquí están todas la sensaciones físicas y mentales. El tercer agregado es el de la percepción, el cual como el de la sensación, también se produce por la interacción de las facultades con el mundo externo. Las formaciones mentales son el cuarto agregado, las cuales abarcan toda formación volitiva de la mente, que produce algún efecto. Son tales como atención, voluntad, concentración, inteligencia, energía, deseo, odio, ignorancia, idea del yo, así hasta un total de cincuenta y dos. El quinto y último agregado de la conciencia es la reacción de de una de las seis facultades (vista, oído, olfato, gusto, tacto y pensamiento) frente al mundo externo. Para el budismo, el “ser”, el “individuo” o el “yo”, no es más que un nombre que se la da al conjunto de estos cinco agregados. Los cuales son todos impermanentes, que no son más que un flujo momentáneo que surge y cesa, no hay en ellos ninguna substancialidad que se pueda considerar como un ser permanente. Por tanto no hay nada que sea un espíritu permanente e inmutable, ya que no hay ningún autor inmóvil tras el movimiento, sino que sólo hay movimiento. La conciencia existe en dependencia de la materia, la sensación, la percepción y las formaciones mentales. Siendo el yo, una simple denominación para estos agregados, que llamamos “ser” y que tras ellos no hay ninguna entidad. Por ello son el origen de dukkha, bajo esta perspectiva se entiende que el sufrimiento reside en la naturaleza de la existencia humana; ya que cree que lo impermantente es algo permanente y estable.
Pero para el Buddha descubrir que esta es la situación humana sólo tiene valor si se puede “curar” esta es la segunda noble verdad. Para ello se ha ver el verdadero origen del sufrimiento, que no es otro que el deseo, el cual condena al constante renacer. Cada forma de deseo supone escapar del aquí y del ahora, algo siempre distinto de lo que el momento presente ofrece. Este deseo no ha de entenderse de modo metafísico, sino como algo, propio de la experiencia humana; pues a través de la meditación se le revela la mente humana como receptáculo de impulsos breves y aleatorios. Estos no son resultado de decisiones activas e individuales, por lo cual los individuos no son los causantes de su sufrimiento; son impulsos inconscientes equivalentes a la tendencia básica humana a replicarse sin fin. A dicha tendencia el Buddha la llama apego o sed, que crece debido a la profunda ignorancia humana respecto a la naturaleza de las cosas; impermanentes, insatisfactorias e inesenciales. Pues el apego o sed, vive en la idea incorrecta del yo, la cual proviene de la ignorancia. Por lo tanto en esta perspectiva el individuo es un conjunto de impulsos, condenados a repetir un patrón de deseo, ignorancia y apego. Pero los impulsos que surgen en la mente, presentan también al individuo elecciones, ya que en tanto que se puede elegir actuar o no; cada decisión define al sujeto para mejor o peor. Por tanto la elección y la intención dan forma al ser humano; él mismo crea su mundo psicológico y emocional. Mientras se siga viviendo según los dictámenes de la sed de existir y devenir, el círculo de la continuidad o samsara prosigue sin fin.
Para el Buddha la elección y la intención son el kamma, así que el individuo puede salir del universo del sufrimiento; ejercer la libre voluntad en la vida presente y no volver a renacer. Eliminar la ignorancia y ver las cosas tal y como son; así podrá controlar el deseo; esta es la tercera noble verdad, el sufrimiento puede cesar, la liberación es posible. Pero dukkha ha de ser arrancado desde la raíz, se ha de buscar el modo activo y determinante de superar esta situación, y conseguir cesar la sed, que es el nibbana. Es la no-aparición de estados condicionados, con él ya no hay ningún “ser” en el camino del sufrimiento. El Buddha decía que lo único que enseñaba era dukkha y la liberación de dukkha.
Lo cual lleva a la cuarta noble verdad, es el método para lograr la cesación del dolor a través del Sendero Medio o Noble Óctuple Sendero; el cual evita los extremos delimitados por los placeres de los sentidos, y la mortificación del cuerpo. Toda enseñanza del Buddha es entorno a la aplicación correcta del camino, que otorga la visión interior, el conocimiento, que conduce a la calma, a la penetración intuitiva, a la Iluminación, al nibbana.
Los factores que componen el Óctuple Noble Sendero, se han de llevar a cabo en conjunto y no sucesivamente; ya que son condiciones interdependientes que se perfeccionan simultáneamente. Su finalidad es desarrollar los tres principios esenciales de la doctrina budista, que son, la conducta ética, la disciplina mental y la sabiduría.

El Sendero Medio u Óctuple Noble Sendero:

1-Recta Visión o Comprensión. Todo tiene una causa y por tanto también un efecto. Pertenece a la sabiduría.
2-Recta Intención, Pensamiento o Propósito. Son sinónimos, hacen referencia a la Renuncia, Desapego de la imagen de uno mismo o Ego. Pertenece a la sabiduría.
3-Recto Discurso. Abstenerse siempre de mentir, de hablar negativamente sobre los demás, de ser grosero o frívolo. Se ha de promover siempre el amor, amistad, armonía entre los individuos. Pertenece a la moralidad.
4-Recta Acción. Respecto de la vida, de los bienes así como de lo afectivo y sexual. Rectitud de acción en estos tres ámbitos. Pertenece a la moralidad.
5-Recto Medio de Vida. Idoneidad de los objetos en los que se lleva a cabo la vida, no tener profesiones que hagan daño a otros. Pertenece a la moralidad.
6-Recto Esfuerzo. Esfuerzo activo por impedir las corrupciones, y promover los estados provechosos. Pertenece a la meditación.
7-Recta Atención. Observación desinteresada, sin mezcal de juicios personales. La atención en el camino a la liberación es muy importante, pues permite captar la realidad sin engaños. Es el pilar de la meditación budista, ejercicio de la constante atención. Visión cabal de la realidad, permite comprender la realidad sin sufrimientos, atención alerta del cambio del presente. Pertenece a la meditación.
8-Recta Concentración. En objeto de la meditación no es la persona, sino la realidad, estar plenamente presente en la realidad. Pertenece a la meditación.
El Óctuple Noble Sendero ha de entenderse como una ejercitación práctica, disciplina corporal, mental y verbal, autodesarrollo y autopurificación. Este es el camino, el acceso a la realización del Nibbâna. Para el budismo el ser humano si ha de llegar a la perfección ha de desarrollar tanto la sabiduría como la compasión, la primera hace referencia a los actos mentales o cerebrales, mientras que la segunda se refiere a los actos anímicos o dicho comúnmente, del corazón. Los tres factores de los ocho que hacen referencia a la moralidad, están para ejercitar y alcanzar la compasión y el amor hacia todos los seres sintientes. Los factores referidos a la sabiduría enseñan como ejercitar el conocimiento correcto de lo real, para así superar la condición de apego a lo impermanente y conocer lo permanente. Para ello la meditación es la herramienta o medio imprescindible. Bajo este esquema el budismo tradicionalmente diferencia entre dos tipos de visión, la correcta y la incorrecta. La forma incorrecta lo es por debilidad, se trata de una visión estrecha, sin profundidad y distorsionada. La visión correcta por el contrario es fuerte, profunda y amplia; no-distorsionada sino directa; por tanto la visión débil no permite ver la auténtica naturaleza de la cosas.
Se necesita de la energía que proviene de la meditación para ver las cosas tal y como son, energía que transforma la comprensión conceptual de la verdad en una cuestión de experiencia directa. La visión incorrecta sólo permite verse a uno mismo y su mundo, la experiencia se ve limitada a la propia existencia. Esta visión está distorsionada por los estados emocionales, según sean los sentimientos y sensaciones la misma cosa puede adquirir diferentes valorizaciones. La visión correcta es lo opuesto, ya que a través de la energía de la meditación penetra en el corazón de las cosas, es ilimitada e incondicionada; ni los sentimientos ni los prejuicios la determinan. El tercer modo de visión, es la visión perfecta; la cual es desarrollo máximo de la correcta, es ilimitada. Visión incondicionada de la realidad incondicionada; trasciende tiempo y espacio, así como la relación sujeto-objeto, es la visión de El Iluminado, que ve con sabiduría y compasión.

El camino en espiral

El camino que lleva al Nirvana o Nibbâna es una sucesión de estados progresivos y acumulativos, en los que a medida que se avanza son más altos y refinados; son doce los estados del camino espiritual, donde el precedente condiciona el posterior. Por tanto cada estado refiere a una experiencia espiritual en proceso de transmisión a otra experiencia más avanzada. Pero no es un proceso estático o fijo, como una escalera que sube; sino que el camino mismo crece como una planta. Es una especie de fenomenología progresiva del espíritu. En la dependencia del dolor (dukkha) surge la fe (śraddhā), aquí comienza el camino espiritual, se dan dos experiencias, la del dolor y la de la fe. Es el sufrimiento en tanto insatisfacción, el prefijo du- significa malo, incorrecto o impropio, y el sufijo –kha significa rueda. Se puede explicar que el dolor es como un carro en el que las ruedas no giran como es debido. Por lo cual, quien viaja tendrá un trayecto muy incómodo, es la disarmonia en el curso diario de la vida en el mundo. Ante esta situación comienza la búsqueda de lo espiritual, la fe del budismo no es creencia; es la reacción emocional de lo último en el ser humano, respecto de lo último en el universo.
Para el budismo la fe, es fe en las tres joyas; Buddha, el Dhamma y la Sangha; pues son los valores supremos de la existencia. Buddha es el maestro Iluminado, el Dhamma es el camino que lleva a la Iluminación y la Sangha es la comunidad espiritual que sigue el camino a la Iluminación. El contacto con estos valores transforma la vida, el corazón ha llegado a algo más alto; el ego se ve rebajado en una pequeña medida. Pues la parte más baja de la naturaleza humana, comienza a estar bajo el control de la parte más alta. Es el inicio de una vida más simple y menos dañina que la anterior, más en paz con uno mismo. Se tiene conciencia clara, sentimiento de felicidad que beneficia nuestra vida espiritual. Esta vida se relaciona con la felicidad en oriente, mientras que para occidente la fe o vida espiritual se asemeja más a lo estricto y severo. De este estado de felicidad se llega a la emoción intensa, al placer estático; a lo que se podría llamar éxtasis. A este estado prosigue la calma, la pacificación del lado físico del éxtasis; este lado queda al margen y sólo cuenta la experiencia emocional. De este estado de calma, surge el siguiente que es el de dicha; como la completa unión de las energías emocionales. No es sólo dicha, sino también y al mismo tiempo; paz, amor, compasión, felicidad y ecuanimidad, no hay emociones negativas. Tras la dicha surge la concentración, en el sentido de unificación e integración en el que todas las energías emocionales fluyen juntas en la misma dirección. Las distracciones surgen del hecho, de que no somos realmente felices en nuestra situación presente. Por tanto la concentración y la felicidad revelan un círculo virtuoso, se es feliz por la concentración y es posible la concentración porque se es feliz. Este hecho nos revela la importancia de la meditación en el budismo.
La concentración en el sentido más elevado, la cual sólo surge cuando se han dado las fases anteriores del camino. De la concentración surge el Conocimiento y la Visión de las cosas tal y como son, siendo realmente felices y estando concentrados, podemos mirar a la cosas con una mente capaz de verlas tal y como son. La fase en la que se da la transición de la concentración a la sabiduría, de lo psicológico a lo espiritual. Este Conocimiento y Visión es triple; primero consiste en penetrar en la verdad de que todo lo condicionado es impermanente, segundo penetrar en la verdad de que todo lo condicional es insatisfactorio y tercero, la verdad de que todo lo condicionado es, respecto a lo último, irreal o insubstancial. Este Conocimiento y Visión es la percepción directa, que permite ver a través de lo condicionado, incluso más pues se ve a través de lo condicionado lo incondicionado. Aquí surge el cambio en el ser humano, ya que se da el contacto con lo Incondicionado, el comienzo de girar en torno al centro más profundo de la consciencia.
De la Visión y Conocimiento de las cosas tal y como son surge el Retiro de lo impermanente; una vez que se ha visto a través de las cosas ya no se está envuelto en ellas. Se llevan a cabo acciones necesarias objetivamente, pero subjetivamente no se está atrapado en ellas, se es consciente de su realidad impermanente. De este Retiro, surge la Ausencia de Deseo; el Retiro es el desapego a la existencia condicionada; la Ausencia de Deseo es el estado actualizado del desapego. Aquí ningún hecho del mundo afecta, es el estado de completa imperturbabilidad espiritual serena. De este estado de No Deseo surge la Libertad espiritual, que posee un doble aspecto; libertad de la mente en tanto liberación de todo lo subjetivo, emocional y psicológico. Por otro lado libertad de conocimiento, libertad de toda visión incorrecta, de la ignorancia, de toda falsa filosofía y de toda opinión. Libertad espiritual total, que es el objetivo del budismo, liberarse de lo condicionado, más aún, de la distinción de lo condicionado y lo incondicionado.
Así de la Libertad surge el Conocimiento de la Destrucción del veneno (Āśravas) que inunda la mente, eliminarlo y ser conscientes de su eliminación, es lo que lleva a la Iluminación. Por tanto las doce estaciones, desde el sufrimiento hasta el conocimiento de la destrucción del veneno, es el camino espiritual. Cada fase de camino es el producto del desbordamiento de la anterior, en cuanto una ha llegado a su plenitud es inevitable que surja la siguiente. “…el hecho de descubrir la irremediable contingencia, la finitud, la impermanencia y la «nonada» última del hombre y del mundo que le rodea, el aceptar su inexorabilidad, es la salvación, es el descubrimiento que conduce a la vacuidad más completa, esto es, al nirvana.6”

La mente y el mundo

El budismo no tiene el término realidad en cuanto tal, ya que es un término demasiado abstracto; por ello la define como “Textura”, algo que se siente y que incluso se puede agarrar, algo de lo que se tiene experiencia. Por otro lado habla de lo condicionado y de lo incondicionado, lo primero es lo compuesto lo incondicionado es lo simple. De aquí surgen las dos búsquedas, la innoble y la noble; la primera es la que partiendo de lo condicionado busca lo condicionado, la segunda es la que parte de lo condicionado para buscar lo incondicionado. La búsqueda innoble es el círculo de la existencia o la rueda de la vida samsara; el camino que va de la rueda de la vida a través de la Espiral con el fin de la Iluminación es la búsqueda noble. Lo condicionado posee las características de ser insatisfactorio, impermanente y vacio o sin sentido para el ser humano.
Duhkha es la insatisfacción, el sufrimiento a través de las distintas fases de la vida, así como en diversos aceres y deseos, según el Buddha los “cinco agregados”, mundo material, sensaciones, percepciones, deseos y conciencia; los cuales son la totalidad de la condicionada existencia sentiente, son el sufrimiento. Ya que incluso en aquello que nos parece placentero se encuentra el sufrimiento o la insatisfacción, pues nada permanece y todo lleva al sufrimiento propio o ajeno. Ya que aquello trascendente que habita en todos nosotros no puede encontrar la satisfacción en lo condicionado que ofrece el mundo.
Anitya es la impermanencia, dice que las cosas condicionadas están en constante cambio; ya que en tanto que son compuestas se han de descomponer. Lo cual sucede constantemente también en lo que a la mente se refiere, pues no hay más que una sucesión de estados mentales. Más aún, dice que no hay nada en el universo que permanezca, nada es inmóvil ni siquiera por un instante.
Estos hechos llevan al tercero que es el Anātman, el no-ser; que enseña que todo lo condicionado carece de mismidad permanente e inmutable. El Ātman, es el ser inmaterial, consciente, inmutable, individual, soberano y dichoso, el Buddha no aceptaba una tal entidad; pues todo lo que es, se reduce a los cinco agregados que cambian constantemente. Por tanto no hay ser, Ātman; los cinco agregados son anātman.
No es un análisis de la realidad, sino de cómo se experiencia la realidad, percibir el mundo fenoménico tal y como es; impermanente, insatisfactorio e inesencial. Se trata de un estado mental sano a través de la conciencia total; siendo la conciencia no una entidad independiente, sino un perpetuo fluir de pensamientos interdependientes. Para el budismo no hay tal cosa como el “yo soy”. El Buddha extiende el principio de causalidad a la vida humana, todo está conectado y en estado de cambio; el cual no es aleatorio ni caótico sino un proceso de estable causación. Por tanto nada puede surgir de la nada, el Buddha niega la noción de un creador omnipotente divino; postula sin embargo un mundo en el que con su diversidad, de estructuras y capacidades, ha venido a ser como el resultado de previas acciones y seres vivos; motivados por la avaricia, la gula, la arrogancia, la pasión y la envidia. Los cuales llevan a su contrapartida latente de la ignorancia y su consecuente sed de existencia o deseo en general.
La visión sistemática de la existencia que ofrece el budismo se puede resumir de la siguiente manera; el mundo es un red de relaciones causales, el ser es vacio, lo que se busca es la estabilidad, lo fenoménico es lo impermanente, que es la causa del sufrimiento, su cesar se da a través de la conciencia plena.
A través de la mente el Buddha declara que hay mundo, el origen del mundo, la cesación del mundo y el camino que lleva a la cesación del mundo. Esto no dice que todo sea una proyección de la mente, o que sea la mismidad de la persona lo que hay fuera de la mente. Sino que es la mente quien determina el modo de experimentar el mundo, el modo de hacerlo de uno mismo, es en definitiva, las gafas con las que se ve la realidad. El mundo fenoménico surge de las causas y condiciones interdependientes, ya que el mundo y sus objetos no tienen características intrínsecas o una verdadera naturaleza. Pues todo lo que proviene de los sentidos se percibe e interpreta, a través del filtro de la conciencia. Según esto todo proceso vital estará regido por la mente, por tanto conseguir el control sobre la mente, es encontrar la relación con el mundo. Yendo más adelante, se dirá que controlarla es dominar el mundo fenoménico, para ello se ha de ser capaz de ralentizar el fluir de los pensamientos hasta detenerlos en su grado más alto. En este punto sólo hay conciencia de estar en el momento presente, aquí y ahora. Permitiendo ver el mundo y los pensamientos que lo conforman, no ya como algo fijo, deseable o indeseable, sino como lo que realmente es. El ser de la realidad para el budismo no es sino un continuo proceso de transformación sin cualidades innatas o esenciales. En la misma perspectiva el pensamiento que no es controlado, es un perpetuo fluir de pensamientos interdependientes.
Se puede ver como el budismo no considera la percepción y el pensamiento discursivo como un continuo, pues surgen y desaparecen constantemente los elementos que los conforman. Según el budismo el ser humano está condicionado por dos órdenes, el de lo cíclico y reactivo y el de lo espiral y progresivo. El primero es un proceso de acción y reacción entre pares de factores contrarios. En el orden espiral, hay una gradual progresión entre los factores; es decir, el factor posterior es más de lo que es el previo. Estos órdenes representan el modo de funcionar de la mente humana, el primer modo es el reactivo y el segundo el creativo; quien es reactivo es pasivo, ya que responde automáticamente a cualquier estímulo. Por otro lado, ser creativo es el actuar propiamente dicho; en tanto originar o traer algo a la existencia. El primer modo significa ser mecánico, el segundo espontáneo, aquel que actúa reactivamente se dedica a repetir el mismo patrón de vida constantemente. Pero ser creativo, es desarrollar y cambiar el propio ser; por tanto, ser personas nuevas. El desarrollo personal es por tanto vivir de forma creativa a cada segundo de la existencia, crear implicará a cada momento ir un paso adelante en el desarrollo personal.

El Kamma (Karma)

Se trata de la doctrina de la coproducción condicionada, la vida del presente es consecuencia de las acciones de las vidas pasadas, así como el futuro se está forjando en las actividades del presente. Todo acto volitivo es kamma, la cuestión para el budismo no es el acto en cuanto tal, sino la intención con la que se ha llevado a cabo. Lo importante no es tanto realizar buenas acciones, sino que todas las acciones se lleven a cabo buena voluntad o intención. No se está predestinado a repetir el pasado, así como aquello que seremos se va determinando en todos los actos de la vida presente; el pasado no se ha de repetir y el futuro está abierto. No se ha de entender el kamma como la eterna repetición de todo, sino como la influencia del pasado en el presente, y la de este en el futuro. Pero al mismo tiempo la ley del kamma afecta a la vida diaria, es decir que el modo de actuar que hoy se tenga repercutirá en lo que mañana se lleva a cabo. La ley del kamma la escribe la voluntad de cada persona, no es una norma universal dictada por algún ente divino, cada ser humano con sus actos dicta su propio kamma. Para entender esta ley en toda su amplitud se ha de creer en el renacimiento, en el hecho de que tras la muerte lo que se da es la vuelta a la existencia. Pero renacimiento no es reencarnación, es decir se nace totalmente de nuevo; no es el mismo “yo” en otro cuerpo. Como ya se ha dicho para el budismo no hay tal cosa como el “yo”, por lo tanto tampoco se puede dar la reencarnación.

La Iluminación

Al budismo lo que le preocupa es la liberación por medio de la introspección y la atención consciente, por la gnosis no por el conocimiento conceptual. La liberación es lo único importante, la doctrina está a su servicio y nunca al revés; se trata de la liberación a través del esfuerzo personal, dedicado y consciente. El Bodhi es el estado de penetración, que primeramente en uno mismo, observa cómo se es dominado y condicionado por la mente reactiva. Y posteriormente se da la penetración en los otros, que no es sino extender lo que uno ha visto en sí mismo, a los otros. Finalmente se introduce en esta visión penetrante el mundo fenoménico. Se trata de ver a través de lo condicional para encontrar lo Incondicional, ver los dos aspectos como las caras de la misma moneda.
Cuando el Buddha alcanzó la Iluminación tuvo una visión sobre la existencia humana; la cual la comunico de cuatro modos; conceptualmente, simbólicamente, mediante sus acciones y a través del silencio.
En términos conceptuales el Buddha vio que todo está en devenir, tanto en el plano material como en el mental; todo el mundo está sometido al cambio, las cosas surgen y se van. Pero también vio que este devenir, no era fortuito; pues tanto lo que surge como lo que cesa lo hace según condiciones. Por tanto el Buddha se hizo consciente de la verdad del cambio, pero también de la verdad de la condicionalidad; la cual es principio fundamental del pensamiento búdico. Se puede expresar del siguiente modo, el ser A surge, B llega a ser; en la ausencia de A, B no llega a ser. Como se dice en la tradicionalidad hindú “De aquellas cosas que proceden de una causa el Tath agata ha explicado su origen. Su cesar también lo ha explicado. Esta es la doctrina del gran asceta”.
Bajo esta perspectiva el ser humano está condicionado por dos órdenes, el de lo cíclico y reactivo y el de lo espiral y progresivo. El primero es un proceso de acción y reacción entre pares de factores contrarios. En el orden espiral, hay una gradual progresión entre los factores; es decir, el factor posterior es más de lo que es el previo. Estos órdenes representan el modo de funcionar de la mente humana, el primer modo es el reactivo y el segundo el creativo; quien es reactivo es pasivo, ya que responde automáticamente a cualquier estímulo. Por otro lado, ser creativo es el actuar propiamente dicho; en tanto originar o traer algo a la existencia. El primer modo significa ser mecánico, el segundo espontáneo, aquel que actúa reactivamente se dedica a repetir el mismo patrón de vida constantemente. Pero ser creativo, es desarrollar y cambiar el propio ser; por tanto, ser personas nuevas. El desarrollo personal es por tanto vivir de forma creativa a cada segundo de la existencia, crear implicará a cada momento ir un paso adelante en el desarrollo personal.
Por otro lado la Iluminación se puede abordar desde el lado simbólico; el Buddha sentado bajo el árbol Bodhi vio, por un lado una gran rueda que abarcaba toda la existencia condicionada, continente de todas las cosas vivas. La cual está en cambio constante, en su centro; un gallo rojo araña la tierra el cual simboliza la concupiscencia, representando el odio está una serpiente verde mira furiosa y un cerdo negro rueda por la tierra símbolo de la ignorancia, cada uno muerde el rabo del otro haciendo un círculo. Rodeándolo hay un círculo dividido por la mitad, un lado es negro y el otro blanco; en el lado hay personas que suben con cara de plena felicidad; mientras que las del lado oscuro caen con angustia y terror. El siguiente círculo dividido por seis radios en seis segmentos, muestra en cada uno de ellos un mundo, estado mental o plano de consciencia, que viene a ser el despliegue del cosmos. El mundo de arriba es el de los Devas o dioses, el siguiente el de los Asuras o guerreros, continúa el de los Pretas o fantasmas hambrientos, posteriormente los atormentados, seguidos de los animales, el último mundo es el de los seres humanos. Quienes habitan en estos segmentos aparecen y desaparecen de uno a otro. El círculo final está dividido en doce segmentos que muestran las estaciones del proceso en las que los seres pasan de un mundo al mundo del ciclo previo, es decir la existencia individual. La primera es el hombre ciego que simboliza la ignorancia, el segundo un alfarero que es la fuerza configuradora, seguido de un mono en un árbol floreciente el cual representa la conciencia inestable, un bote con cuatro pasajeros y un guía es la siguiente imagen donde los pasajeros representan el cuerpo y el guía la mente, la quinta es una casa vacía que representa los sentidos, una mujer y un hombre besándose son símbolo del contacto, un hombre con una flecha en el ojo es la percepción, una mujer que ofrece bebida a un hombre sentado es la concupiscencia, un hombre cogiendo fruta de un árbol representa la apropiación, una mujer embarazada es símbolo del devenir, una mujer pariendo será símbolo del nacimiento y finalmente un hombre llevando un cadáver a la tierra de cremación es la muerte. Esta enorme rueda es movida por un monstruo, a su derecha hay una figura en un manto amarillo señalando el espacio entre el séptimo y octavo segmento del lado más exterior de la rueda.
De este lugar que señala dicha figura, surge la segunda parte de la visión que tuvo el Buddha sobre la existencia humana. Primero aparece un camino que se estrecha a lo lejos, que va primero través de campos de cultivo y de frondosos bosques luego. Atraviesa aguas y desiertos para desaparecer en el horizonte; el camino cambia y se convierte en una gran escalera que va del cielo a la tierra y viceversa, es de oro plata y cristal. Otra vez se transforma, ahora en árbol floreciente, en la copa del cual están las figuras de los Buddhas y Bodhisattvas, Arahants, dākas y dākinīs. Es por tanto una visión de las posibilidades, de las alternativas, por un lado el conocimiento cíclico y por el otro el camino en espiral; la mente reactiva y por el otro la creativa. Se puede aceptar pasivamente el ciclo, o intentar salir de él por el propio pie; el destino está en manos de la persona.
Cuando se miran las cosas desde la perspectiva del espacio y el tiempo, se ven cómo procesos; cuando se ven desde la Eternidad son realidades inmutables. La Iluminación es el punto de intersección entre el tiempo y lo Eterno; mejor, el fin de la línea temporal infinita. Es decir, el tiempo llega al final en la Eternidad, llega a lo Eterno; a esto es a lo que se llama la Iluminación.
Por otro lado está teóricamente expuesto, lo cual no consigue explicar realmente lo que la Iluminación implica, en tanto que se trata de una experiencia vital de lo incondicionado, y por lo tanto no se puede captar intelectivamente. En este punto Siddhatta desaparece y el Buddha toma su lugar, más bien, surge ya que siempre ha estado en Siddhatta.
Alcanzar la Iluminación es entrar en una nueva dimensión de ser, por ello el Buddha no es Siddhatta, sino otro; ya que todas sus otras vidas han sido aniquiladas y ha renacido. Siddhatta murió bajo el árbol Bodhi y Buddha surgió. Para el budismo tiempo y espacio no son entes en sí mismos, sino formas de nuestra percepción, es el modo de tener experiencia de las cosas. La Iluminación hace ver las cosas más allá del espacio y el tiempo; ver las cosas tal y como son, incluso más, pues es llegar a ser uno con ellas. El Buddha existe fuera del tiempo en la dimensión eterna, es la Realidad misma en forma humana. La forma es humana pero la sustancia es la realidad, conciencia plena de la realidad misma. El Buddha simboliza la Realidad, pertenece a la dimensión de lo Eterno, su cuerpo físico es un símbolo de su cuerpo real que es el Dharma; pues es la esencia última, por encima y por detrás del tiempo, en la Eternidad.






No hay comentarios:

Publicar un comentario